Henry, el de la guitarra

Como todos los años de un tiempo a esta parte, fui parte del BAFICI. Suelo relojear algunas opciones de mi interés, sacar un puñado de entradas y, (como corresponde), encomendarme a la buena fortuna para ver algo piola.

Cuando adquirí tickets para ver "Rock 'n' roll Of Corse!" supe que se trataba de un film sobre un tipo que había integrado "The Police" y no mucho más. Suficiente como para ir y dejarme llevar. 


Me encontré con un documental muy vertiginoso. Si bien uno cree conocer cierta escena londinense de los '70, cada vez que se vuelve sobre esos pasos, se descubre algo nuevo. Henry Padovani, hasta ahora un nombre lejano y difuso, se transformó en una referencia obligada a la hora de abordar el género "trotamundos musicales". Nacido en Córcega (de ahí la referencia en el título de la película), se mudó de adolescente a Londres e inmediatamente cayó en The Police. Claro que lo hizo en la versión punk, poco creativa y tímida que lideraba Stewart Copeland. Y en la que Sting apenas se animaba a salirse del libreto, recién llegado de un pueblo. 





Ahí el protagonista destacó más por su look y su sociabilidad que por su complejidad musical. La necesidad de expandir los muros creativos del grupo decantó en la llegada de Andy Summers y su alejamiento. No obstante, cuando se sumó a "Electric Chairs" (con un suceso interesante) convocó a sus ex compañeros como teloneros, algo acorde al Police de aquel entonces. El proyecto duró un par de años más, con relativo éxito.




Integró brevemente "Samurai", con el Topper Headon (percusionista despedido de The Clash) y Pete Farndon, bajista (también expulsado) de The Pretenders. El proyecto no prosperó por la muerte de este último, tras inyectarse una dosis de heroína. Headon también estaba complicado por esa misma situación, por lo que Padovani lo llevó a su pueblo natal y lo ayudó a rehabilitarse. Luego formó "The Flying Padovanis", una agrupación con el bajista de UK Subs y el ex baterista de Johnny Thunders y Joe Strumer. Mientras se embarcaba en ese tren, Miles Copeland (hermano del músico y representante) le ofreció ser vicepresidente de la compañía discográfica IRS. Aceptó y estuvo en ese cargo por diez años. Mientras seguía tocando, promovía artistas como R.E.M.




En 1994 volvió a incursionar en un terreno ajeno dentro del mundo musical. Se ocupó de representar a Zucchero durante más de cinco años. Arrancó nada menos que acompañándolo a Woodstock, donde el músico era el único artista europeo. El vínculo finalizó en 2000. Antes hubo una aparición del italiano tocando con U2 en un show. Padovani menciona en el documental que él había sido invitado pero cedió su lugar a su representado, lo cual éste (en teoría) nunca le agradeció. No sabemos qué tan cierto es el asunto, pero condimenta la historia.

Luego vimos que se reconcilió con el rol de músico del cual se había distanciado. Al volver a él, se dio empuje para grabar un disco solista bastante elogiado, donde contó con sus ex compañeros de The Police (quienes lo invitaron a cerrar el show de París en la gira de regreso) y varias figuras destacadas. Reunió a sus socios y reeditó "The Flying Padovanis" para despuntar el vicio y mantenerse en forma.


Habla de The Police sin rencor, sabiendo que aportó lo suyo y luego las cosas tomaron un rumbo lógico. Jamás se mostró melancólico ni se reprochó nada: "Toqué con quienes quise, ya que me daban ganas de hacerlo con los que iba conociendo e iba forjando una amistad", aseveró tras la exhibición de este film de Lionel Guedj y Stéphane Bébert. 

Esa fue la frutilla del postre, verlo hablar en persona. Se expresó como lo vimos en la pantalla: mirando hacia adelante y disfrutando lo vivido con con una sonrisa. "Todo el mundo dice que los punks éramos violentos, pero, básicamente, éramos hippies, en el sentido de que hacíamos lo que deseábamos hacer...Yo nunca quise ser un número uno; solo quería ser músico". No muy distinto a aquel adolescente que se la pasaba tocando la guitarra en una isla de Francia.




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